domingo, 22 de septiembre de 2013

Miserable

Cuando uno está hundido en la miseria, su propia miseria personal, se entiende, es bonito saber que tiene un puñado de personas alrededor que lo apoyan, lo sostienen, lo animan y lo quieren de forma incondicional.

Cuando sombro en mis desgracias y no paro de culparme de los males que me acosan ejercito la compasión hacia mi persona (es lo que tiene tener amistades con psicólogos argentinos) y me paro a reflexionar acerca de lo mucho que me han ayudado diferentes personas a lo largo de la vida en momentos de apretones existenciales.

Gracias.

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